Hay a quien le gustan las playas con el mar complementamente en calma, sin ninguna ola. No soy de esos: me gusta jugar con las olas aunque lleve un revolcón de vez en cuando.
Si a las olas -cuando se puede, que algunas playas son peligrosas- le sumamos unos preciosos roques en la orilla y la arena oscura que no se te pega en la piel, tenemos una de mis playas favoritas de todas las que conozco, la playa de Benijo en Tenerife.
Esta playa, semi-salvaje (sin socorrista, con una bajada bastante grande para llegar a ella que, por supuesto, se convierte en agotadora subida a la vuelta) es una de las que intento visitar siempre que voy a Tenerife. La parte norte de la isla, mas brava que la sur, siempre me ha encantado por su naturaleza más agreste y salvaje, bastante menos civilizada y masificada que el sur.
Ojalá que aguante asi muchos mas años.